NOTAS / JULIO 2012
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Tradiciones en pugna
A propósito de la publicación de Tradiciones en pugna. 200 años de historia argentina

La protagonista es la historia

La celebración de los 200 años de la Revolución de Mayo volvió a poner en el centro de la escena a la historia y a su relación con la política. Con el objetivo de dar cuenta de este debate, de los actores involucrados y de las disputas pasadas y futuras, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti editó, junto a Eudeba, un libro que compila artículos de 20 reconocidos autores. La coordinación del volumen estuvo a cargo de Eduardo Jozami, director del espacio.

La publicación de Tradiciones en pugna. 200 años de historia argentina, en el marco de la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, se encuadra en una época de revalorización de la historia y de permanente discusión de (y por) ésta, no sólo desde el discurso gubernamental sino también en los medios y la sociedad.

Editar textos propios y de otros autores es un eje central de la actividad del Centro Cultural. Desde 2008, el Área de Estudios y Publicaciones editó: El peronismo de la victoria de Jorge Bernetti junto a Colihue; Raab / Visconti. La tierra tiembla de Máximo Eseverri, con Eudeba; La sociedad argentina hoy frente a los años 70, junto a Eudeba y Haroldo Conti, alias Mascaró, alias la vida compilado por Eduardo Romano y coeditado con Colihue.

El volumen, que editó el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti junto a Eudeba, reúne textos de Luis Hipólito Alén, Dora Barrancos, Eduardo Basualdo, Osvaldo Bayer, Eric Calcagno, Hernán Camarero, José Carlos Chiaramonte, Guillermo David, Eduardo Luis Duhalde, Ana Frega, Juan José Giani, Noemí Goldman, Horacio González, Martín Gras, Eduardo Jozami, María Pía López, Lucila Pagliai, León Pomer, Maristella Svampa, Ramón Torres Molina, Fabio Wasserman y de Ana María Zubieta.

Este trabajo aborda la historia a través de ejes tales como la génesis de los conceptos "pueblo", "Nación" y "Estado", la cultura oligárquica y la exclusión del otro, el pasado y presente de los pueblos originarios, la violencia contra el disidente, la categorización del "enemigo", el clivaje civilización y barbarie y las tradiciones políticas argentinas.

En los dos capítulos finales se discute la última dictadura cívico-militar y sus efectos perdurables en el cuerpo social, y se vislumbran escenarios futuros de nuestro país, desde la economía, la diversidad de géneros, la construcción de las memorias e incluso la significación de la ex ESMA como espacio de derechos humanos y su posible evolución en el tiempo.

En relación con la publicación de Tradiciones…, Eduardo Jozami destaca: "Antes que lamentarnos por este intento de 'hacer política con el pasado', los amantes de la historia deberíamos celebrar que ella haya recobrado esta centralidad en la vida pública, la misma que tuvo 40 o 50 años atrás, cuando la sociedad argentina creía estar alumbrando cambios profundos."

La centralidad de la discusión de la historia en esta época tiene una vinculación directa con el clima de mediados del siglo pasado, momento en que surgió y se desarrolló la corriente revisionista que, en palabras de Jozami, "cuestionaba la tradición liberal, a la que consideraba estrechamente vinculada con la hegemonía de Gran Bretaña, y que aportó mucho al discurso del peronismo".

Esta corriente obtuvo la adhesión de un puñado de intelectuales peronistas, entre ellos el diputado y delegado personal de Perón, John William Cooke aunque no fue igualmente recibida por los políticos de provincia formados en el radicalismo y los dirigentes gremiales de antecedentes socialistas o sindicalistas.

En esta línea, Eduardo Jozami recuerda que ni Hipólito Yrigoyen ni Juan Domingo Perón se identificaron con el revisionismo aunque en el caso de este último eso se modificó tras el golpe militar de 1955, cuyos dirigentes se situaban "bajo la invocación de la tradición de Mayo y Caseros".

"Perón, preocupado en particular por mantener la unidad de su movimiento y volcado para ello hacia las posturas más combativas, no tardó en advertir cuánto podía fortalecer a la lucha de resistencia la identificación con una tradición popular que cuestionaba a sus mismos enemigos. El peronismo ya no aparecería, entonces, como la mera respuesta a una coyuntura política sino como la continuidad de una lucha centenaria", apunta Jozami.

Con el aporte y el empuje de la "izquierda nacional", el revisionismo histórico se convirtió, en palabras de Halperín Donghi, en el "sentido común" de los argentinos; pero este "consenso social", advierte, se ve afectado por la "profunda crisis que planteó en el peronismo la irrupción de la dictadura y la posterior derrota electoral".

En los últimos 30 años, según Jozami, el revisionismo recuperó una amplia circulación: "ante un presente en el que se reactualizan las posibilidades de transformación que en los años noventa pudieron considerarse agotadas (…) Antes que denunciar el supuesto propósito oficial de introducir forzadamente el pasado como tema de debate público, ¿por qué no pensar que, como afirmaba Benjamin, es el mismo pasado el que irrumpe, el que se siente necesariamente convocado en el momento excepcional que hoy vive la Argentina?".

Entonces resurge la cuestión de por qué debe imponerse el deber de memoria. Jozami reflexiona que "las respuestas pueden ser muchas (…) pero en cualquier caso, la conclusión es la misma, en la conciencia de los argentinos se produce diariamente una negociación entre memoria y olvido: éste intenta ejercer sus derechos, pero cada nuevo crimen aberrante que se conoce a través de los testimonios judiciales refuerza la exigencia ética que reclama más justicia".

El Área de Estudios y Publicaciones dará a conocer, próximamente, nuevos títulos de su colección.