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Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

Colección del Conti

Nora Patrich / La victoria de la vida

Nora Patrich

La victoria de la vida (2005)

Acrílico sobre tela. 61 x 91 cm

Colección del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti desde 2007

Pintora, muralista, grabadora y escultora argentina, nacida en la provincia de Buenos Aires (Florida) en 1952, en el seno de una familia acomodada, tuvo contacto diario con el arte gracias a sus padres. De hecho, cuando cumplió diez años, se trasladaron a EEUU en donde vivieron en varios Estados, hasta que finalmente en Los Ángeles su padre Simón decidió abrir una galería de arte. Dados sus pocos conocimientos del idioma, durante las clases y para no aburrirse, se dedicaba a realizar esculturas de tiza y papel con un alfiler, comenzando así su propio contacto con el arte.

Ya en Argentina, empezó Filosofía y Letras en la UBA, así como a militar en la Liga de Izquierda Revolucionaria (LIR). Esos primeros contactos con la política le ayudaron a afianzar cada vez más sus ideas revolucionarias y peronistas, por una sociedad más justa e igualitaria. Algunos de sus cuadros de entonces comenzaron a expresar sus valores y le sirvieron como canal para combatir la injusticia, la pobreza y la marginalidad de la sociedad argentina de la época.

A principios de 1973 entró a formar parte de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en la Facultad de Arquitectura de la UBA, junto a su compañero de entonces y también militante Horacio Roberto Machi, asesinado en 1977 por la dictadura cívico militar argentina.

En paralelo a sus estudios universitarios, Nora entró en el taller de pintura del artista Julio Martínez Howard, así como se vinculó con el Movimiento Espartaco de Ricardo Carpani, Mario Molari y Juan Manuel Sánchez (entre otros), quien mucho tiempo más tarde se convertiría en su esposo.

A fines de 1974 tuvo que pasar a militar en la clandestinidad, con motivo del clima de violencia que se vivía en aquellos tiempos en la Argentina. Unos años después, tras el golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976, el 1 de marzo de 1977 fue asesinado en su hogar su marido y compañero, de tal forma que Nora se vio obligada a exiliarse con sus dos hijos pequeños. Primero partió a Israel, después a España, luego a Cuba y finalmente a México, donde estudió en la Escuela de Arte y Diseño. Allá se juntó con otro argentino exiliado, Pablo Bazerque, con quien tuvo una niña en 1982. Ese mismo año decidió trasladarse a Canadá, donde vivió hasta 2007, momento en que regresó finalmente a Argentina.

En Vancouver se convirtió en un referente de la pintura latinoamericana. Fiel a sus ideas que la ligaban siempre con los más humildes o desfavorecidos de la sociedad, trabajó para el estado canadiense buscando la rehabilitación de jóvenes inmersos en la droga y en la prostitución. Como artista, desarrolló una carrera muy fructífera, pudiendo incluir algunas de sus obras en varias colecciones internacionales como en la Vancouver Art Gallery (Canadá), en la Casa de las Américas (Cuba) y en el Museo del Palacio Nacional de Guatemala, entre otras.

Desde 1991 realizó numerosos murales en varios edificios públicos y privados, tanto de Canadá como de Argentina, como el monumento que inauguró en 2008, ya de regreso a su país, en homenaje a los argentinos asesinados por las bombas lanzadas sobre Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 conocido como "Del cielo los vieron llegar", en los jardines de la Casa Rosada.

A nivel artístico, sus obras se caracterizan por figuras simples y monumentales, que hacen referencia a las culturas precolombinas de América del Sur y del Norte. Los rostros son muy expresivos, manifestando distintas emociones en función de la obra representada. Refleja todo un universo femenino, de mujeres un tanto robustas, algunas ataviadas con largas túnicas blancas, como si de diosas griegas se tratara. Son figuras criollas, con rasgos indígenas, mujeres de su tierra mediante las cuales hace una suerte de celebración a la vida. De hecho, utiliza en varias ocasiones el color rojo en sus obras para simbolizar la vida, la sangre que transmite en el transcurrir de las distintas generaciones el amor, la pasión y las múltiples búsquedas. Sin embargo, también en ocasiones se refiere a la muerte a través de ese mismo color, haciendo alusión a la sangre derramada, la tortura, el exilio y en general los distintos dolores acaecidos a raíz de la represión en los 70. Patrich tiene varios familiares desaparecidos, además de su primer marido Horacio Machi: Rodolfo Durante, Alcira Machi, Yaya Ascone, José Albisu y Hernán Albisu. Hoy en día comparte su casa- estudio con el historiador Roberto Baschetti.

Las obras que alberga el CCMHC en calidad de donación son tres: "La victoria de la vida" (2005), "Legado" (1999) y "Camino" (1999).

"La victoria de la vida - ¿Futuro?" (2005) representa a una mujer con su bebé en brazos, ambos ubicados sobre un montículo de muertos o desaparecidos que se esparcen a sus pies. La imagen hace referencia a una historia que le contó la abuela de la artista cuando era chica. Esta mujer era judía, de origen ruso. En su época, los judíos en Rusia vivían en pueblos destinados sólo para esta comunidad. Cada tanto venían los soldados del Zar (los cosacos blancos), quienes a sablazos mataban a quienes pasaban por delante. En una oportunidad estaba su abuela de pequeña con su hermano más chico en la calle, cuando de pronto tuvieron que salir corriendo al ver aparecer al ejército blanco. Era un día de invierno en el que había mucha nieve por lo que ella perdió los zapatos en la carrera, quedando descalza. Llegaron finalmente a un cementerio donde pudieron esconderse gracias a la ayuda del que manejaba el cementerio. Se ocultaron detrás de un pilón de muertos. Este hombre ayudaba a judíos en situaciones similares, por lo que los cosacos blancos cuando se enteraron, lo terminaron ejecutando. Para la artista, su abuela se exilió a la Argentina (aunque en aquella época no se decía con ese término) igual que ella, años más tarde y dentro de otro contexto, lo tuvo que hacer a distintos lugares. De esta forma, Patrich sintió que estaba viviendo lo que en su época había vivido su propia abuela. Ahí se dio cuenta de que también su abuela había sido una exiliada, con circunstancias diferentes. La artista, a diferencia de ella, no se enojó con su país y, de hecho, al cabo del tiempo, decidió regresar a su patria.

De esta forma, esta obra fue realizada por la artista en honor a su abuela y a los que vivieron también la generación de los 70 en la Argentina. Después, con el paso de los años, Patrich conoció a un profesor en la Universidad de Montreal que es armenio, que cuando vio el cuadro (siendo él descendiente de una sobreviviente del Genocidio Armenio), le pidió si podía usar esa imagen para la tapa de un libro que estaba haciendo en homenaje a las víctimas de dicho Genocidio Armenio. En ese momento, la artista se dio cuenta de que esa escena allí representada, de hecho, traspasaba fronteras de todo tipo. Recientemente Patrich volvió a reproducir esa imagen en otro cuadro más grande que fue donado por el profesor Allan Whitehorn al AGMI, Museo del Holocausto Armenio en Yerevan (Armenia), que lamentablemente aún no pudo trasladarse, debido a la pandemia del 2020.

Las otras dos obras pertenecen a la serie "Murales", formando un díptico que, sin embargo, también podrían funcionar según la artista de forma individual. Fueron pintados en Vancouver (Canadá) para la muestra que realizó de forma conjunta con el pintor Juan Manuel Sánchez, artista integrante del Movimiento Espartaco, en la Galería VYP de la calle Arroyo 959, del 9 al 25 de octubre del año 2000. Esta galería, cuya dueña era Verónica Paz de Elizalde, había sido destruida cuando explotó la bomba a la Embajada de Israel en 1992 en Buenos Aires, rompiéndose todos sus vidrios. Al tiempo fue reconstruida y Patrich, junto con su compañero de entonces el pintor Sánchez, midieron todas las paredes para hacer una exposición toda repleta de murales. Los dos que atesora el acervo del Conti estuvieron ubicados entre dos ventanas. La artista empleó el color rojo en ambos cuadros. En uno de ellos ("Camino"), cada mujer va de alguna manera pasándole las ideas, la herencia, a la otra, como bendiciéndola (símbolo de las transmisiones intergeneracionales). Los chales van entrelazándose, como si la sangre se fuera traspasando de una a otra, así como las ideas y los sentires.

En el otro mural ("Legado") aparece una pareja en el centro con un bebé cada uno en sus brazos, a modo de oda a la comunidad, al pueblo, a la esperanza… como muchas de sus obras. Para la artista es muy importante que esta obra esté en el Conti porque, según sus propias palabras, siente que de alguna manera "su carne está también ahí, en la ex ESMA", ya que por el centro clandestino pasó su cuñada Alsira Machi. Siente que es parte de quién es, de su herencia, por las elecciones que hizo en la vida, de las cuales no se arrepiente aunque siente que lo que hacía no lo hacía para que a uno lo torturaran, lo desaparecieran o que trataran de acabar con toda una generación. Esa generación luchaba porque amaba la vida, por un futuro mejor y más justo, por sus hijos, etc. Los que quedaron lamentablemente en el camino, compartían con ella ese mismo amor, esa misma esperanza.

Más adelante, esta exposición viajó por Mendoza, San Juan, Neuquén, Rafaela, Chubut, La Plata, Misiones y Chaco como muestra itinerante durante 3 años, organizada y auspiciada por la Embajada de Canadá. También se expuso en el Centro Cultural Recoleta, en el Teatro Argentino de La Plata y en el Museo Quinquela Martín de La Boca. Fue reproducida además de en el catálogo "Murales" de la primera muestra en la Galería VYP, en varios diarios y revistas como en La Nación.

A lo largo de su carrera, Patrich ha obtenido numerosos premios y menciones, entre los que se destacan la Distinción de la Cámara de los Comunes de Canadá (Ottawa) en 1995, el Premio del Teniente Gobernador de la Columbia Británica en 1996, en el 2001 su nominación al Premio Mujer Distinguida (YMCA de Vancouver, Canadá) y el Premio Ilustres de la Patria, otorgado en 2012 por la Secretaría de Cultura de Presidencia de la Nación Argentina. En 2014 recibió el Premio Juana Azurduy, otorgado por el Honorable Senado de la Nación, entre otros.

Ha colaborado en diversas ONG´s, como en el Centro de Mujeres Feministas, en la que fue miembro honoraria, que trabaja para erradicar la trata de personas. También colaboró con la Federación de Padres Sustitutos en Vancouver (Canadá). Ha participado en Amnesty International así como en la Cruz Roja de Colombia.

En 2013 fundó y es la directora de la Editorial Jirones de mi Vida.

www.norapatricharte.com