Conti x Conti

A través de entrevistas y fragmentos de sus relatos

-“Habría que contar la historia de uno mismo. La cosa empezó de esta manera. Yo era alumno de una escuela de pupilos. En aquel tiempo no había cine, y reemplazábamos esa diversión dominical con unas funciones de títeres. Yo me ocupaba de escribir los libretos que, como en todas las seriales, se acababan en el momento de mayor suspenso y se continuaban en el próximo domingo. Así nació en mí una parte de esa vocación por la literatura.

La otra parte se la debo a mi padre. El siempre fue un gran cuentero y lo es todavía. Es un hombre de pueblo que cuenta y cuenta cosas como toda la gente de pueblo, que a veces no tiene otra cosa que hacer. Mi padre era un viajante, un tendero ambulante y yo salía a recorrer el campo con él; se encontraba con la gente y antes de venderle nada se ponía a charlar y contar cosas. Así recibí ese hábito de contar oralmente”.

(Entrevista “Un simple trabajador” de Heber Cardoso y Guillermo Boido, La Opinión 15 junio de 1975)

“Para mí la literatura deja algo cuando me enseña algo, me da pautas, me da modos de vida. Por ejemplo, un autor que influyó en mí en su momento, literaria y moralmente, fue Allan Sillitoe, con La soledad del corredor de fondo. Es decir no sólo me enseñó a escribir, sino también a vivir. Me dio una serie de pautas y una moral para afrontar la vida. (…) a veces hay autores que literariamente pueden ser inferiores a otros, pero que vitalmente para mí representan mucho más. Y ése es el mérito y la influencia fundamental que le reconozco a Hemingway, o a otros. Por ejemplo Gerardo Pissarello, para mí, es un gran autor. No escribirá como Borges, no será tan brillante, ni tendrá un manejo del lenguaje tan exquisito, pero tiene pautas de vida y una concepción de la vida que es mucho más enriquecedora que la que me puede dar Borges.

(Entrevista de Roberto Cuervo, 1975)

“Puedo usurpar momentáneamente otras vidas, pero donde me asumo en términos absolutamente personales es en esta cosa del escribir, con sus encantos y desencantos también absolutamente personales (…). Los libros yo los escribo como vida que vivo, no como un monumento literario que dejo”.

(De una Charla en un Instituto Superior de periodismo, 1968)

“Yo hago lo que hago, si efectivamente es hacer algo, como una forma de contarme todas las vidas que no pude vivir (…)”.

Los caminos 1969. En La balada del álamo Carolina (1975)

“Es el momento de los amigos y las ausencias (…) y entonces vuelvo a golpear otra tecla y otra porque me digo que, después de todo, nadie sabrá de ellos si no es por este viejo artificio… (…).

(Los caminos 1969. En La balada del álamo Carolina, 1975)

“Todo lo que pretendo es que otros se vivan a partir de esa minúscula sucesión de signos… “.

(Entrevista de Roberto Cuervo)

“Para mí escribir es evocar…”.

(Entrevista de Roberto Cuervo)

“Escribir para mí es una sustitución de la aventura. Como no puedo viajar, como no puedo trepar a una montaña, como no puedo navegar, todo eso lo hago a través de la literatura”.

(Entrevista de R. Cuervo)

“(Me interesa) que los demás asuman mis historias, como actos más que como relatos, cual si fueran propias, las participen, que es algo más que leer, y las incorporen a sus vidas. Así a través de mis personajes soy yo el que me vivo. Me vivo en historias que fueron o pudieron ser, no importa su correspondencia efectiva en el tiempo porque después de todo el tiempo sin nosotros es nada. (…) Y todo lo que pretendo es que otros vivan a partir de esa minúscula sucesión de signos, que mientras alguien no los anima, apenas son un trazo de tinta”.

(Del Discurso en Casa de las Américas, en La Habana, Cuba, de 1971, cuando participó como jurado del concurso literario anual)

“…Este oficio de cazar hombres e historias con esta máquina de letras que gatilla como aquella liviana escopeta del 12…”.

(De “A la diestra”)

-“Yo no escribo la Historia sino las historias de las gentes, de los hombres concretos -escribo para rescatar hechos, para rescatarme a mí mismo. Podría decirles más: creo que toda mi obra es una obsesiva lucha contra el tiempo, contra el olvido de los seres y las cosas. Uno siente que envejece, que se va, y quiere que algunas cosas, de alguna manera, permanezcan”.

(Entrevista “Un simple trabajador” de Heber Cardoso y Guillermo Boido, La Opinión 15 junio de 1975)

"Con el tiempo Chacabuco ha adquirido un relieve fantasmal para mí. En realidad cuando escribo hablo de ese Chacabuco mío. No es exactamente el Chacabuco que ahora existe, acá a doscientos kilómetros de Buenos Aires, con ese letrero tan alentador que dice Chacabuco es futuro, y los molinos Río de la Plata, toda esa pujanza que enorgullece a los chacabuquenses. Para mí Chacabuco es aquel pueblito que relato, describo y en cierta medida recupero –aunque lo invento bastante- en La balada del álamo Carolina; el Chacabuco de tapiales amarillos, del viejo Pelice, del viejo Ponce, del padre Doglia, de mi padre, de mí mismo, chico, cuando salía a recorrer el campo con mi viejo, que era vendedor ambulante".

(Entrevista de Roberto Cuervo en 1975)

"Como les pasa a muchos, yo me siento un forastero en Buenos Aires, inclusive alguna vez dije que hago una literatura de forastero, ese hombre que se siente tironeado por un lado por la patria chica, el pueblo, y por el otro, no tironeado pero sometido y obligado a estar en Buenos Aires. Yo no quiero a Buenos Aires, no me gusta Buenos Aires, siento la permanente nostalgia por mi pueblo. (…). Yo diría que todo lo que me dio fue tristeza. Porque en realidad la mayor parte de mi historia, de esa rasposa historia tan cargada de melancolías y tristezas, de fracasos y de éxitos, por qué no, se desarrolla en Buenos Aires. Ese fue todo el escenario mío, en realidad. Me escapo de él muy a menudo a través de la literatura. Me escapé con Sudeste. Con Alrededor de la jaula también me escapé porque es un Buenos Aires marginal, que transcurre en la costa, esa tierra de nadie que nadie ve, a pesar de que somos porteños".

(Entrevista de Roberto Cuervo en 1975)

“Yo vengo del cine, hago cine; como novelista me importa mucho precisar imágenes, formas, colores, sonidos, músicas. Incluso suelo pensar mis novelas en secuencias no en capítulos”

(Entrevista “Un simple trabajador” de Heber Cardoso y Guillermo Boido, La Opinión 15 junio de 1975)

"En todos mis libros yo he visto a los personajes como parte de una película; yo necesito encarnarlos, pensarlos como seres vivos, darles cara y cuerpo para poder escribir sus historias."

Revista Análisis S/F.

-Mientras trabaja ¿qué le preocupa sobre todo: la anécdota, las imágenes, un determinado clima, lo que se ha dado en llamar “el mensaje”?

-Creo que un determinado clima, y la imagen (sensu cinematográfico) en función de ese clima. Me gusta la idea de Pavese de que la cosa consiste en crear climas y atmósferas.

(Reportaje a HC en El contemporáneo, Bs. As. Junio de 1969)

(…)¿Le gusta el cine? ¿Qué autor, tipo de film?

-Empecé por ahí. Hoy me gano la vida como guionista de films publicitarios. No tiene sentido hacer nombres. Me parece más importante la influencia del cine en mi obra. No sé si es evidente. “Sudeste”, por ejemplo, fue inicialmente un libro cinematográfico. En mi última novela el tratamiento de la imagen y el montaje son semejantes al de una película”.

(Reportaje en El contemporáneo, Bs. As. Junio de 1969)

Haroldo Conti, su compromiso
Click en la imagen para verla en mayor tamaño

-“Nuestra obligación es hacer las cosas más bellas que la de los demás, sobre todo de lo que la puede hacer el adversario”.

-“No amo la libertad en abstracto, a veces inclusive hay que sacrificar la de uno y la de los demás, desgraciadamente, por un bien social mayor”.

(Entrevista de Roberto Cuervo, 1975)

"...Con el respeto que ustedes merecen por el sólo hecho de haber obrado con lo que se supone es un gesto de buena voluntad, deseo dejar en claro que mis convicciones ideológicas me impiden postularme para un beneficio que, con o sin intención expresa, resulta cuanto más no sea por fatalidad del sistema, una de las formas más sutiles de penetración cultural del imperialismo norteamericano en América Latina. No es sólo ni principalmente la cuestión de la beca Guggenheim en sí misma, sino de la política de colonización cultural de la que forma parte, en la que el imperialismo norteamericano no escatima en esfuerzos de organizaciones estatales, paraestatales y privadas”. Atentamente. Haroldo Conti.

(Fragmento de la carta a Stephen L. Schlesinger de la Fundación Guggenheim, 28/02/1972 rechazando la postulación de la Beca Guggenheim)

‘(…) Quiero dejar establecido, porque son pocas las oportunidades de proclamar lo que uno piensa. Que apoyo al FAS, a cuyo VI congreso en el barrio de Ludueña, de Rosario, acabo de asistir junto con mi compañera y los escritores Constantini y Santoro, que he ofrecido en Córdoba mi colaboración para lo que mande el compañero Agustín Tosco y que creo decididamente en la patria socialista. Más claro imposible’

(“Compartir las luchas del Pueblo”, Revista Crisis N° 16 Agosto de 1974)

“A quienes, como ustedes, buscan una literatura objetivamente revolucionaria y realmente operativa, funcional, a favor de los intereses mediatos e inmediatos de las clases revolucionarias –para usar las palabras de Roque Dalton–, esta obra literaria, insuflada de individualismo, resulta con más evidencia que para nosotros una expresión de la pequeña burguesía. Así y todo yo la considero una literatura prerrevolucionaria o, mejor, porque eso no quiere decir nada o quiere decir mucho, pararrevolucionaria porque, sin llamarse a engaño sobre una realidad que no existe, nos desnuda por partes, descubre las confusiones, limitaciones y frustraciones de un país que todavía no se ha encontrado a sí mismo y que solo a partir de ahí, cuando toque fondo, podrá enarbolar las mismas banderas que levantaron ustedes y alumbrar un día nuevo para el hombre nuevo”.

(“Haroldo Conti se define”, Revista Primera Plana Nº 437. 15 de Junio de 1971)

“Cuba es una especie de colina de América desde donde se divisa todo el continente. Desde La Habana tomé conciencia de América Latina”.

(Reportaje en La Opinión, 9 de Octubre de 1973)

-¿Qué opina de la violencia?

-“Bueno, creo que aquí entramos en el terreno político y por lo menos me interesa la violencia desde ese punto de vista. Hay una violencia perfectamente planificada y ejercida desde arriba a la que se opone, a veces desesperada, la violencia del pueblo. La violencia de arriba se codifica, adquiere forma de ley y se convierte en eso que se suele llamar el orden establecido. La de abajo, por fuerza, es un delito. Por la fuerza, mejor dicho. Muchos patriotas, en su tiempo, fueron legalmente delincuentes. Nosotros ejercimos violencia para afirmar nuestra nacionalidad y ahora no queda más remedio que ejercer nuestra violencia para conquistar nuestra libertad. Personalmente esta urgencia de América me aleja de la literatura”.

(Reportaje a Haroldo Conti: “Alrededor de la jaula”. Diario El País (Uruguay). 19.09.1971)

Haroldo Conti, sobre los barcos
Click en la imagen para verla en mayor tamaño

“Saludo al barco en voz baja –porque los barcos son como personas, entienden a su manera–, y pego la vuelta”.

(En “La breve vida feliz de Mr. Pa”. Crisis Nº 15. Julio de 1974)

“Un hombre como yo sin un barco como yo no está completo. He tardado un tiempo en comprenderlo. De manera que estaba en eso: ‘un barco como yo’. ¿Qué entendía mi padre por semejante cosa?” Él mismo lo dijo o trató de decirlo.

-Un barco así ha de salir completamente de mis manos… No hay ni clavo, ni madera que no tenga un sentido. Ni clavo, ni madera que desde su origen haya sido pensada para otra cosa…”.

(En “Todos los veranos”, 1964)

“…El río teje su historia y uno es apenas un hilo que se entrelaza con otros diez mil…”

“El río cambia. A veces es duro y amargo, pero otras veces parece hecho a la medida del hombre”

“La verdad que el río es ajeno a todo sentimiento, pero muy a menudo parece animado por un humor sombrío. El río es espléndido y el hombre se siente misteriosamente atraído por él”.

(En “Sudeste”, 1962)

“El río es memoria”.

(En “Marcado”, 1964)

“Por supuesto, es todo relativo y el río mismo te dirá cada vez lo que tengas que hacer”

(En “Todos los veranos”, 1964)

“Los hombres de alguna manera tratamos de construir monumentos eternos, nos aferramos a cosas. El río es el tiempo irrecuperable. Es un paisaje de olvido, es lo que más representa la vida del hombre. Nosotros queremos aferrarnos, fijarnos de cualquier forma por esa vocación de eternidad que sentimos, pero lo concreto es que las cosas se mueren, que nosotros nos gastamos, que cambiamos continuamente. En ese sentido, el río es despiadado y de lo más humano. Nunca es el mismo, transcurre, cambia, se parece al hombre”.

(Entrevista de Juan Carlos Martini Real, Confirmado, Noviembre de 1971)

“-¿Cuándo vino Sudeste, la primera novela?

-Vino junto con las islas. Sucede que un buen día descubrí el Delta.

-¿De qué manera?

-Volando. Me llamó ese paisaje y me fui a vivir a las islas. Me puse a desentrañar el alma del río y de los isleños. El río es dulce, y es tierno y es cruel y es violento. Modela a la gente. La gasta. Los perros de las islas viven mucho menos que los perros de otros lugares. Los isleños tienen una vida repleta de signos casi secretos y de tradiciones. Me convertí en uno de ellos. Descifré sus códigos. Me hice un navío. Doblegué la madera para que me llevara por ahí. Tal vez eso sea más importante que escribir un libro. Ya me habían dado un premio por el cuento La causa”.

Entrevista S/R

“Hay muchas historias como estas que se llevó el río. Traté con Sudeste de hacerle un poco de justicia a todas ellas. Los grandes sucesos me resultan ajenos. (…). Me reconozco en las pequeñas cosas y las pequeñas vidas sin residuo de historia. En el inmenso tejido de los acontecimientos, de los gestos y de las palabras de que está compuesto el destino de un grupo humano, prefiero quedarme, a riesgo de perderme con ellos, con el gesto y la palabra y no con el resumen, el hito o la pauta. Y acaso parte del compromiso o por lo menos de la tarea consista en eso. En contar unas historias de los hombres y no la Historia a secas”.

(De El mundo de Haroldo Conti, de Rodolfo Benasso. Ed. Galerna. Bs. As. 1969)